02 septiembre 2006

Manos arriba (esto es...un aeropuerto) - 2.9.2006

Iván, güey: me asombras. Recién recuperado de una insufiencia tecnológica aguda (perdonen las molestias los -pocos- lectores…) y de un mes de agosto con cierta resaca de bodorrio a la española (con música de Paquito chocolatero incluida!), me encuentro con que estás realmente empeñado en que me preocupe por tus simpatías ocasionales hacia la causa del Imperio. Unos meses más al otro lado del Atlántico y te requerirán de portavoz cibernético los “neocons” [los francoparlantes notarán la ironía de este apelativo] de George Bush.

Primero fue la represión intelectual a los empleados huelguistas de Iberia con argumentos legalistas sobre la huelga (la huelga, camarada becario, es y será huelga aunque la ley no la acoja en su seno). Ahora me vienes, en tu última contribución centrada en las medidas tomadas en agosto en los aeropuertos británicos contra un supuesto plan terrorista, con que -y cito- “habrá que felicitar el trabajo llevado a cabo por los servicios de inteligencia de los países involucrados (Reino Unido y Pakistán)”.

Para que veas, cual Luke Skywalker en mis sueños infantiles (no, no soñaba entonces con ser abogado…aunque ver a Robert Redford en Peligrosamente juntos me hizo reconsiderarlo…), recojo el guante: esta vez te has pasado (al lado oscuro) alabando la última pantomima veraniega de la guerra contra el terror (¿o será para el terror?), liderada esta vez por Darth Blair y los agentes al servicio de su Majestad.

Hemos asistido en las últimas semanas a un bombardeo (sic) de noticias acerca de la actuación de los servicios de “inteligencia” (el entrecomillado es mío) británicos para desbaratar múltiples planes terroristas que pretendían hacer explotar aviones entre el Reino Unido y Estados Unidos. Resultados predecibles de esa supuesta operación antiterrorista: 1) caos en los aeropuertos de medio mundo; 2) más psicosis y más terror entre la gente que viajaba en avión; 3) abominables y absurdas medidas de seguridad en los aeropuertos… y fuera de ellos.

Como privilegiado viajero habitual en avión, te diré que desde el 11-S (sobre el que volveremos en unos días, cómo no) ir a un aeropuerto es un ejercicio estresante: estoy harto de ver la rudeza de los guardias en los controles de los aeropuertos, cómo me manosean, cómo lanzan mis pertenencias por la cinta sin miramientos, cómo me escrutan para ver si llevo una bomba en mi interior. Se siente uno acojonado (sin perdón).

Eso como viajero. Como ciudadano, ya ni te cuento. La CIA (o sus colegas del MI5 en Londres) me puede descerrajar sin más un tiro legalmente porque la licencia para matar está convalidada ya no sólo en las pelis de Bond James Bond sino en la realidad.

Y todo eso…¿por nuestra seguridad? Pues yo me siento más inseguro.

Primero, porque como he dicho me acojonan. Si me encuentran un cortauñas en el equipaje de mano o mi jeta sin afeitar les recuerda a algún miembro de Al-Qaeda, igual me envían 5 días a una celda, sin abogado, y sin derecho a avisar a nadie. No se lo deseo a nadie inocente. He leído que en Florida privaron de libertad 24 horas a una señora por llevar una sustancia sospechosa en el biberón…según dicen porque ahora los terroristas podrían utilizar líquidos para fabricar bombas…increíble. Hace siglos que los líquidos pueden servir de explosivo, pero nos venden noticias de este tipo para demostrar que los malvados están maquinando constantemente para cargarse más gente.

Y segundo, porque esas medidas son ineficaces en la mayor parte de los casos. El otro día me subí al avión sin darme cuenta con brocas de taladro (!) y no me impidieron el paso. Los guardias de Barajas o El Prat miran el 80% del tiempo hacia otra parte en las pantallas de rayos X. Los cacheos, con los agobios propios del aeropuerto, casi nunca son exhaustivos de verdad (ya de hacerlos, digo yo que la coherencia dicta que deberían hacerlos “bien”, latex incluido).

Con mis comentarios no quiero frivolizar. Hemos visto muchas personas muertas por atentados terroristas a nuestro alrededor. Y más allá de los muros y alambradas de nuestros países “civilizados” (que esos también mueren, no sólo los del 11-S, los del 11-M y los del 7-J). Hay amenazas reales de gente chalada. Pero no se solucionarán –y en esto soy categórico- por la acción de agencias de espías que actúan al margen de la ley.

No necesitamos misteriosas operaciones de las que nunca se sabe nada concreto, sólo que sirven para que los gobiernos y sus soldaditos invadan nuestra intimidad, nuestros emails, teléfonos, etc. sin control alguno y suspendan arbitrariamente derechos fundamentales. No necesitamos 23 detenidos que permanecen casi un mes sin ser puestos a disposición de un juez (¿qué les hacen durante ese tiempo?, digo yo…, aparte de torturarles con los peores métodos).

No más Guantánamos. Nada de eso sirve para prevenir atentados. Dejen de investigar en instalaciones gubernamentales (no hace falta ir a Irán para eso) nuevos métodos mortíferos de gran alcance. Dejen de financiar directa e indirectamente grupos de chalados en el mundo entero (léanse si pueden el interesante aunque expresionista testimonio de Robert Baer en Soldado de la CIA sobre lo patética que se ha vuelto esa agencia y las demás que funcionan en EE.UU en temas de seguridad nacional). Si arman grupos terroristas hasta los dientes para que desestabilicen países cuando les interesa –hay muchos ejemplos-, no esperen luego que se porten bien cuando otro les paga más para desestabilizar al suyo. Hagan uso de mecanismos de cooperación judicial internacional –siempre que haya garantías para los detenidos-. Hagan uso de la cooperación policial (que no militar!) dentro de la legalidad. Acaben con los paraísos fiscales que sirven de depósito a todos los Bin Laden de este mundo.

Es vergonzoso que casi nadie ponga el acento en estas medidas. Querido Iván, podemos comentar este tipo de noticias al estilo analista Financial Times y darnos una palmadita en la espalda por lo bien que parecen haber funcionado los 007 de este mundo. Pero si nos ponemos serios, esto no es una partida de póquer. Hay que hacer frente a los verdaderos problemas. Y eso pasa, además de por lo mencionado arriba, porque se acaben las mentiras y las medias-verdades contadas a través de la Fox y la CNN.
Que la fuerza nos acompañe.
Tony Fernández (desde Zaventem, aeropuerto de Bruselas)

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