06 agosto 2006

Ligero de equipaje - 6.8.2006

Tras un largo silencio, mi amigo Tony boy vuelve a la carga... Y con gran acierto, por cierto. En efecto, siempre merece la pena esperar para saber su opinión acerca de los últimos acontecimientos (aunque a veces discrepemos abiertamente). La semana pasada, en nuestro último encuentro en esta Barcelona en la que ya resulta difícil encontrar un kiosco abierto, propusimos que nuestro siguiente tema debería ser ameno, como la Revista de Agosto del País, en la que la trivialidad asciende a la categoría de... trivialidad. Impresionante como a pesar de la guerra en Líbano, la transición en Cuba y las elecciones en el Congo uno puede hacer una inmersión total en lo que verdaderamente importa: dieta mediterránea, los festivales de Bayreuth y Avignon (hablar del Grec suena cutre), sudokus, retrospectivas de veranos pasados, entrevistas con gente guay hechas por otra gente guay, cuentos perezosos, y la lista de las lecturas de verano del Ministro de Justicia... Ya. Supongo que Tony ha sentido el mismo hastío - y lo celebro.

Recuerdo que al despedirme de Tony y recomendarle, como siempre, que se cuidara, pensé: "ojalá no facture sus maletas, que de Iberia sólo cabe esperar lo peor". Bingo. Al leer el artículo de Tony supe que sus pertenencias estaban a salvo.

A veces uno tiene la tentación de ser cínico, y un poco imitar el que dijo que cuándo le hablaban de cultura sacaba la chequera. Lo mismo me ha pasado cuando he leído las palabras "huelga", "constitucional" y "sacrifício". Porque tanto la llamada "huelga" del aeropuerto del Prat como la tan denostada cultura van de lo mismo: de dinero. Dinero que perderán los funcionarios de tierra de Iberia del Prat que seguramente perderán su empleo - y que, como bien recuerda el camarada Fdez, tienen hipotecas que pagar en un escenarios de tipos de interés ascendientes -; dinero que perderán los consumidores que habían contratado viajes, hoteles, etc. En resumen: el proletario oprimido y desesperado versus los pequeño-burgueses en busca de su ración de sol y fotos (como yo, claro está).

Sin embargo, y pese a la indudable legitimidad moral de los empleados de Iberia del aeropuerto de Barcelona, hay aspectos que no podemos obviar, por más ganas que tenga uno de pasarse un día entero sin información (o dos, si hace falta) en un banco de aeroporto (cortesía de AENA) por solidariedad con esta gente maravillosa de Iberia:

En primer lugar, ¿lo sucedido en el Prat puede llamarse huelga? Tengo mis dudas en nombrarlo así, ya que creo recordar que (en aquellas ya lejanas clases de Derecho Laboral que asistí con escaso interés), el derecho constitucional a la huelga se ejercía mediante un procedimiento más complejo que el abandono inmediato de los puestos de trabajo y la invasión sin previo aviso de las pistas del aeropuerto, y que en ningún caso contemplaba una paralización absoluta de servicios públicos. Entonces, ¿si lo ocurrido no fue una "huelga" legal, que nombre y que calificación mereceria semejante acto? Quizás la actuación de estos señores no debería servir de pretexto para que invocáramos la constitución y sí el Código Penal...

Porque lo que querían estos señores (posiblemente sin saberlo) era sabotear a su empresa, secuestrar a la ciudadanía y también de paso al Estado. España es una democracia joven, en la que todos se creen poseedores de derechos absolutos y absolutistas y en el que todos esperan que el papá Estado les venga a salvar de los apuros (aunque los apuros se deban al hecho de que has dejado tus ahorros en manos de una gente que invertía en sellos... jajajajaja). Por su derecho a su empleo, estos trabajadores han invadido las pistas de un aeropuerto, poniendo en riesgo las vidas de muchos pasajeros y las suyas propias, forzando que los vuelos se desviaran a otros aeropuertos de mucha menor capacidad e incapaces de recibr tantos vuelos a la vez. ¿Y si hubiera habido un accidente en algún otro aeropuerto? Acaso no serían dichos trabajadores los responsables de la tragedia? No basta que mamá Iberia reembolse los pasajeros y las demás compañías aereas por las moléstias; no basta que papá Estado presione a la compañía para mantener los puestos de trabajo - es necesario, para el bien de la sociedad, que la Justicia actúe contra los funcionarios de Iberia que han participado en esta desafortunada farsa.

No es posible que en un país serio se consienta que un reducidísimo colectivo de una única compañía pueda, amparado en supuestos derechos individuales y colectivos, colapsar las estructuras aeroportuarias de toda España y media Europa. ¿O es que los trabajadores de Iberia son especiales? A veces, uno tiene esta impresión. Por algún misterioso motivo, no se imagina a un empleado de Cathay Airlines abandonando un coche en plena pista del aeropuerto de Barcelona... Y si lo hiciera, ¿qué habría hecho la policía? Seguramente lo hubiera detenido en el acto. ¿Y por que no se hizo nada contra los empleados de Iberia que ocuparon ilegalmente las pistas? Lo ignoro. Y a diferencia de lo que opina Tony, el objetivo de una eventual actuación policial no hubiera debido ser "hacer con que volvieran a sus puestos", sino reabrir el aeropuerto y garantizar el tráfico aereo de las demás compañías con vuelos en El Prat. Porque cuando un conflicto entre una empresa y sus trabajadores pone en peligro la seguridad ciudadana y las infraestructuras de un país, es necesario que las fuerzas del orden actúen. Pero en este país, en el que la actuación policial se confunde con "fascismo", es demasiado peligroso asumir la responsabilidad de actuar.

Por último, creo que los responsables por los incidentes del Prat han hecho un flaco favor tanto a todos los demás trabajadores aeroportuarios como al propio derecho de huelga. Al llamar semejante alboroto "huelga", se está degradando el derecho constitucional a la huelga y la labor de sindicatos serios que se esfuerzan para defender los derechos de los trabajadores dentro de la legalidad y del respeto a la sociedad. Asimismo, lo ocurrido hace con que reivindicaciones legítimas por mejores condiciones de trabajo sean vistas por la ciudadanía como reclamaciones espurias.

Bueno, ahora me toca a mí iniciar un nuevo tema - y esta vez (si Fidel no muere antes de que termine la semana) voy a dármelas de columnista de El País y hablar de amenidades, con el permiso del amigo Tony...

Iván Rabanillo

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