26 abril 2007

Don´t ask, don´t tell - 25.04.07


La verdad es que no debería estar escribiendo esto, y lo digo por un motivo totalmente egoísta: mis exámenes empiezan dentro de 48 horas. Sin embargo, desde la masacre de la Universidade de Virginia Tech sentía que la pelota estaba en mi tejado. Alguien ya me ha preguntado como se vivía el tema desde aquí. La respuesta es obvia: mal. Hasta que se entierre la última víctima, se entreviste la primera novia del asesino Cho (descrito por los medios de comunicación como un "nonresident alien", pese a que se había criado en Washington) o se reconstituya el último detalle de la matanza, CNN, Fox News y los demás informativos no dejarán de escarbar en la historia. Personalmente, no me parece mal. A alguno le parecerá exagerada la cobertura y los minutos de silencio en los partidos de béisbol, y con razón (Tony incluso podría recordar que mucha más gente muere a diario en Irak), pero quizás lo más inhumano es considerar lo ocurrido como algo banal. Esto lo puedo entender. Además, es hablar de esto o de la paternidad de la hija de Anna Nicole Smith - y lo de Anna Nicole, con el perdón de Martial, ya es insoportable.

Pero lo que me ha llamado más la atención no es el espectáculo creado alrededor de víctimas y asesino, sino la discusión acerca de los motivos de la tragedia. Por un lado, están los que consideran que Cho era un perturbado (en efecto, su historial médico era impresionante) y un inadaptado (los xenófobos se ceban en su origen asiático), y que la responsabilidad debería recaer sobre la universidad, que no logró alejar a semejante individuo de las aulas. El segundo debate es sobre la seguridad de los campi en Estados Unidos. Si Cho ya había matado dos personas dos horas antes de perpetrar su acto final, ¿cómo se explica que los servicios de seguridad del campus no hayan suspendido las clases? Dicho debate viene teniendo grandes repercusiones: muchas universidades (incluida NYU) se han apresurado a avisar a los alumnos que ellos invierten toneladas de billetes en seguridad, y que tienen planes de emergencia contra toda clase de psicópatas y fenómenos de la naturaleza. Es decir, si nos viene encima Freddy Krueger o un Tsunami, estaremos protegidos. El resultado probablemente será que habrá más seguratas por aquí (todos empleados de empresas de seguridad privadas, desde luego).

Y ya está. Ahí tenéis el debate. Pero ¿no se habla de las armas? La respuesta es que no. No se habla de como Cho pudo comprar pistolas semiautomáticas en una tienda. No se habla de que una pistola Glock (con la que Arnold Schwarzenegger enfrentaba el mismo demonio en la olvidable película de acción Fin de los días. Frase de la película: "Between your faith any my Glock nine-millimeter, I'll take my Glock") es un arma de asalto para uso militar. No. Pese a que alguien ha querido preguntar cómo un loco ha podido hacerse legalmente con un arma así, todo intento de desviar la atención del "verdadero" debate (el debate acerca de cómo un inmigrante asiático con problemas mentales podía estar en la universidad y de cómo los servicios de seguridad del campus no lo "neutralizaron" a tiempo) ha sido interpretado como una falta de respeto hacia las víctimas. El dolor primero... después, cuando la historia ya no sea noticia, ya se hablará de las armas. En la página web de la infame National Rifle Association, principal lobby de la industria armamentística en EEUU, ya se pide que los demócratas dejen de "explotar la tragedia"...

Otros van más lejos. La asociación "Gun Owners of America" (http://www.gunowners.org/pr0704.htm) pide que los estudiantes y profesores puedan llevar armas a los centros educativos. La lógica es aplastante: de haber habido más armas dentro de Virginia Tech, Cho habría matado a algunas personas, sí, pero seguramente algún otro estudiante o profesor se lo cargaría antes de matar a 32... En estados punteros como Utah ya se permite que la gente lleve armas a todas partes y jamás (según la asociación) ha habido ningún caso como el de Columbine o Virginia Tech...

Pero que se sepa que Estados Unidos no es un cachondeo: por ejemplo, Borat (el personaje kazajo interpretado por el humorista Sacha Baron Cohen en la película homónima) no pudo comprar armas en Texas. No me ha quedado claro si no las pudo comprar porque no tenía su residencia legal en EEUU o si era porque no tenía un Social Security Card. Lo averiguaré. La semana que viene saco mi SSN, e intentaré adquirir algo por internet (hay tiendas virtuales que hacen con que el Corte Inglés parezca un rastrillo de Mataró). Igual si tengo una Glock puedo pasar olímpicamente de tener fe - en ese sentido, considerando que el papa Ratzinger ha recordado al mundo católico que el Infierno está ahí, igual hago un buen negocio.

P.D. Algunos profesores también apoyan la idea de llevar armas a las clases (igual las necesitan para que los alumnos les hagan caso). Mirad la historia que publica el Boston Globe (http://www.boston.com/news/globe/city_region/breaking_news/2007/04/fired_professor.html). Es una historia divertida.

Iván Rabanillo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no veo mucho las dos orillas, ¡sólo tu escribes! Por cierto, ¡me han encantado tus últimos artículos! ¿Escribirás más sobre el infierno del papa Benedicto? Besos

Anónimo dijo...

me gustaria saber alli donde esta lo de tell y ask
Aunque tus articulos ta mbien son muy buenos